La brújula seca se compone por una aguja imantada cuya función es la de señalar el norte terrestre.
Inventada en el año 1300 en Europa la brújula seca es la más simple y económica del resto de brújulas que encontramos en el mercado actual.
Su uso es para la marcación de rumbos. Las mediciones idealmente deben hacerse sin marcha ya que la aguja irá oscilando hasta que se llegue a detener cuando haya encontrado el norte magnético.
Las brújulas de bolsillo se consideran aquellas que generalmente ocupan la parte esférica de la brújula y pueden llevar tapa o bien algún accesorio como argolla o mosquetón para llevarla colgada. Su peso es reducido y pueden ser tanto secas como líquidas, es decir, rellenas de una sustancia líquida que las hace más estables que las secas.
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